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domingo, 4 de abril de 2010

LA DECISIÓN

Paralizada de miedo, Alicia se pegó a la pared. Los latidos del corazón retumbaban en sus oídos. La oscuridad la envolvía como un océano de lodo.
La cornisa sostenía únicamente las tres cuartas partes de sus pies de nácar. Sus dedos no tenían sustento. Por debajo y delante de ellos se abría un abismo insondable.
El agujero negro era irreductible y sin fisura. Poderoso imán a la espera de que el cuerpo de la mujer se fundiese en su seno.
El terror se convirtió en espada cuando percibió la mano en la espalda. La tocaba suavemente, preparándola para el impulso que la arrojaría al vacío.
Alicia profirió un grito ahogado incorporándose bañada en sudor. Era su cuarta noche de pesadilla.
Roberto se dio media vuelta y continuó durmiendo. Ella reconoció en su faz el hastío, la indiferencia y el desamor. Sus palabras salieron en cascada: te vas mañana. Vivir una mentira cuesta demasiado.
Cerró los ojos. Volvió al abismo que ahora olía a lavanda. Abrió sus brazos en cruz y se lanzó. Se sintió flotar, sostenida por la seda, las plumas y la red.
Había hecho lo correcto. La decisión estaba tomada.
Adivinó que su pesadilla jamás volvería.


Esta es la versión microrelato del cuento original.

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