La que espera es regazo yermo,
hueco infinito,
cuna de frío.
Y sin embargo
deviene en madre oscura
al cierre irrevocable
del ciclo de la existencia.
Regala la nada
que se anticipa
durante la gestación del fin
en la matriz de la vida.
He de llegar a su seno.
Entretanto
soy huérfana de su abrazo,
ajena a su lecho,
pródiga en subsistencia.
No la nombro.
No me reconozco su hija.
Sin embargo, me aguarda.
Y casi con la ternura
de una madre,
me otorga una tregua.
FUERTE,FUERTE,Y TAN REAL,TUS METÁFORAS APUNTAN A LA FINITUD QUE TANTO ESQUIVAMOS,NO? VALIENTE MARÍA PÍA,YA TE VOY CONOCIENDO...ESPÍRITU PROFUNDO Y MUCHA SESIBILIDAD.ME GUSTA TU POEMA.
ResponderEliminarMuchas Gracias, anónimo!! Si dejas tu nombre te voy a conocer también yo... :)
ResponderEliminarSimplemente
ResponderEliminarMe gusta
un abrazo
Bien observada, presentida y sin rencor. Me gusta ese enfoque. Saludos.
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